Presentación: Campo de observación

Para que la Economía Social pueda ser visualizada y reconocida es preciso delimitar su campo de observación con rigor y sentido práctico.

El enfoque histórico de la Economía Social, de ámbito continental europeo y de raíz francesa, hunde sus raíces en el siglo XIX y se ha extendido en diversos países europeos, Canadá y amplias regiones latinoamericanas, Magreb y Extremo Oriente, y se estructura en torno a tres grandes familias: las cooperativas, las mutualidades y las asociaciones. La más reciente delimitación conceptual de la Economía Social, realizada por sus propios protagonistas, ha sido planteada en la Carta de Principios de la Economía Social, promovida por la Conferencia Europea Permanente de Cooperativas, Mutualidades, Asociaciones y Fundaciones (CEP-CMAF), plataforma europea representativa de las cuatro familias de entidades precitadas. Estos principios son los siguientes:

  • Primacía de la persona y del objeto social sobre el capital
  • Adhesión voluntaria y abierta
  • Control democrático por sus miembros (excepto para las fundaciones, que no tienen socios)
  • Conjunción de los intereses de los miembros usuarios y del interés general
  • Defensa y aplicación de los principios de solidaridad y responsabilidad
  • Autonomía de gestión e independencia respecto de los poderes públicos
  • Destino de la mayoría de los excedentes a la consecución de objetivos a favor del desarrollo sostenible, del interés de los servicios a los mismos y del interés general

Desde la Comisión Científica del CIRIEC-España se ha desarrollado una aproximación conceptual de la Economía Social que tiene el propósito de facilitar la articulación de la misma como un sector institucional de la Contabilidad Nacional de acuerdo con las normas de contabilidad homologadas internacionalmente a partir del Sistema de Cuentas Nacionales de las Naciones Unidas de 1993 (SCN-93) y del Sistema Europeo de Cuentas (SEC-95). Ambos sistemas son perfectamente compatibles y sus agregados macroeconómicos constituyen herramientas imprescindibles en los procesos de elaboración de las políticas económicas y sociales.

Utilizando la metodología del SEC-95 y los conocidos Principios Cooperativos, pueden identificarse dos grandes subsectores de la Economía Social: a) el subsector de mercado o empresarial, integrado por las empresas privadas con organización democrática (una persona, un voto) y con distribución de beneficios, en su caso, no vinculada al capital aportado por el socio, y b) el subsector de no mercado, que integra a las instituciones privadas sin fines de lucro al servicio de los hogares.

El subsector de mercado o empresarial de la Economía Social está formado por aquellos agentes de la misma cuyos recursos principales proceden de las ventas realizadas en el mercado y que son genéricamente conocidos con el nombre de empresas. En este subsector son muchas las diferentes clases de empresas que pueden ser incluidas, y entre ellas cabe citar a las cooperativas y sociedades laborales de todas clases, las sociedades agrarias de transformación, las mutuas y mutualidades, las Cajas de Ahorros y los grupos de empresas de la Economía Social que, con independencia de su forma jurídica, están creadas y controladas por empresas de la Economía Social con el objeto de favorecer el cumplimiento de sus fines sociales.

En cuanto al subsector de productores no de mercado privados, la metodología actual del SEC-95 lo considera formado por las Instituciones sin fines de lucro al servicio de los hogares (ISFLH), definidas como aquellas entidades privadas dotadas de personalidad jurídica que desarrollan una actividad productiva y no distribuyen beneficios, obteniendo sus recursos principales de contribuciones voluntarias de los hogares, de pagos de las administraciones públicas no vinculadas al volumen o valor de la producción y de rentas de la propiedad.

Sin embargo, no todas las instituciones sin fines de lucro están agrupadas en un único sector institucional por la Contabilidad Nacional, sino que, además de las que se acaban de definir, existen otras muchas creadas y controladas por sociedades no financieras, instituciones financieras o administraciones públicas, y que están clasificadas en los sectores institucionales correspondientes a las entidades que las han creado.

El hecho de que todas las instituciones sin fines de lucro no aparezcan agrupadas en un único sector institucional independiente, ha dificultado hasta ahora la medición de su importancia económica. Sin embargo, la agrupación de todas las instituciones sin fines de lucro en un nuevo sector institucional de la Economía Social hay que hacerla con cautela para no desvirtuar lo que constituye la esencia de la misma, el servicio a las personas. Por esta razón, parece aconsejable no contabilizar como entidades de la Economía Social aquellas instituciones sin fines de lucro que son productores de mercado dedicados a producir bienes y servicios no financieros, a la intermediación financiera o a actividades auxiliares de la intermediación financiera, o bien aquellas asociaciones empresariales financiadas por medio de cuotas voluntarias de carácter parafiscal aportadas por sociedades no financieras o instituciones financieras a cambio de los servicios suministrados por las mismas.

En resumidas cuentas, el Observatorio se propone desarrollar una nueva concepción del Sector Instituciones sin fines de lucro, constituido por entidades privadas con personalidad jurídica propia, que producen bienes y servicios no de mercado en favor de las familias, cuyos excedentes, si los hubiera, no pueden ser apropiados por los agentes económicos que las crean o financian.

Así definida, la Economía Social de no mercado estaría integrada por los siguientes agentes: en primer lugar, las ya reseñadas "Instituciones sin fines de lucro al servicio de los hogares", entre las que se encuentran las asociaciones y fundaciones de todas clases de naturaleza privada al servicio de los hogares y, además, por las asociaciones de beneficencia, de ayuda y de asistencia social financiadas por otros agentes, las fundaciones u otras instituciones sin fines de lucro financiadas por sociedades no financieras, instituciones financieras y empresas de seguros y los grupos de instituciones de la Economía Social de no mercado.

Aún considerando el denominador común del servicio a los hogares que caracteriza al subsector de productores no de mercado privados, no cabe duda de que está constituido por un heterogéneo conjunto de agentes, de desigual interés desde la perspectiva de su utilidad social. Pero, ¿qué actividades económicas pueden ser consideradas de utilidad social?. El criterio más asentado conduce a considerar como tales aquellas que permiten producir y distribuir a los individuos bienes sociales o preferentes que posibilitan la satisfacción de necesidades sociales desatendidas por el sector público y por el sector empresarial tradicional que se desenvuelve en el mercado. Estaríamos aquí en presencia del tercer sector de acción social, constituido por entidades no lucrativas de naturaleza privada cuya actividad se orienta a la producción y distribución de los ya citados bienes sociales o preferentes, es decir, aquellos bienes acerca de los cuales existe un amplio consenso social y político en que su disfrute es imprescindible para una vida digna y, por lo tanto, deben ser accesibles para toda la población, independientemente de cual sea su nivel de renta o capacidad adquisitiva, por lo que los poderes públicos deben proveer su producción y distribución, garantizando su gratuidad o subvencionándolos, de forma que pueda accederse a ellos a precios muy inferiores a los de mercado.

Este amplio conjunto de empresas y entidades es el que va a ser sometido a observación de forma permanente: tanto las empresas democráticas y participativas promovidas para resolver problemas sociales mediante la solidaridad recíproca como el sector de no mercado al servicio de los hogares, aunque en este último caso se dedica una atención preferente al ya referido tercer sector de acción social que, por otra parte, cada vez desarrolla más vínculos y estrategias conjuntas de actuación con el sector empresarial de la Economía Social.